Continuamos la serie adentrándonos en lo que probablemente sea uno de los elementos que más interés atrae a las formas originales del Arte: sus misteriosos secretos, y sus herméticos misterios. ¿De qué hablamos cuando mencionamos secretos y misterios? ¿A qué se debe el enigma que acompaña a estos conceptos?
Del mismo modo que sucedía con las palabras tradición y, sobre todo, linaje, los conceptos de misterio y secreto parecen desencadenar toda una serie de fantasías y reacciones en nuestra mente. Es una cadena casi inconsciente de pensamientos y sentimientos.
Nuestra mente escéptica y racional nos dice que no existe tal cosa, que no hay nada nuevo en este mundo, que todo es humo y espejos. Sin dilación, nuestra mente curiosa, salta para tomar rienda e intentar vislumbrar más allá del tupido velo, imaginando que habrá más allá. Finalmente, nuestra mente caprichosa nos alecciona sobre nuestro derecho a conocer todo lo que existe en este mundo, y nos anima a echar por tierra cualquier cosa que se nos niegue; tachándola de innecesaria.
Esto no es exclusivo de la brujería; tampoco de las corrientes de espiritualidad.
A lo largo de los años me he encontrado con que estos dos aspectos juegan un rol esencial en despertar la curiosidad del buscador. Lamentablemente, también me he encontrado con el uso indiscriminado de estos términos, especialmente el del secreto.
Leyendo en la web sobre los «Gardnerianos» uno se encuentra con variopintas descripciones (¡algunas realmente divertidas!) que, sin fallo, repiten el carácter secreto de este culto. El término es usado, y reusado, repetido innumerables veces.
Todo esto puede llevar a pensar que, los iniciados del Arte Gardneriano, no bajamos la basura en pijama, ni vamos a comprar pan todos lo días. Que poseemos rituales secretos para las actividades más triviales, y lavamos los platos en pesadas vestimentas de terciopelo; o peor, ¡desnudos! (lo cual es una opción totalmente aceptable, ¡gardneriano o no!).
Pero, entonces ¿por qué existe todo este bombo y platillo en torno a estos conceptos en la brujería Gardneriana?
Ciertamente, esto tiene mucho que ver con la fascinación que hemos mencionado más arriba, especialmente con la mente caprichosa. El hecho de que autores de libros sobre Wicca que no han sido iniciados incluyan siempre una descripción sobre el Arte Gardneriano (porque, lógicamente uno no puede vender un libro de Wicca sin ofrecer tablas de correspondencias, o una lista aleatoria de tradiciones que le son totalmente desconocidas), la cual es diligentemente replicado por todos los confines de la red.
Sin embargo, son términos de los que los propios iniciados también hacen uso. Entonces ¿qué conllevan?
Secretos del Arte
Comencemos abarcando lo obvio. Todo iniciado en el Arte Gardneriano presta juramento, de forma voluntaria, y se compromete a no revelar los secretos del Arte.
Tan sólo con esta frase, nuestra mente curiosa ya ha saltado a imaginar.
Y lo hacemos todo el tiempo.
«Cuando llegues a casa, tenemos que hablar.» «Tengo algo que contarte.»
Pensadlo por un momento, ¿cuántas veces nos hemos encontrado en esa situación? Y, ¿cuántas veces tienda nuestra mente a pensar en cosas razonables?
Ninguna.
Si alguien nos avisa de que va a contarnos un secreto importante, pensamos en homicidio, tesoros, relaciones familiares ocultas, infidelidad, pactos con la mafia.
Y cuando la persona finalmente revela que «se siente de X manera respecto a Z», nos desinflamos, y ajustamos a la nueva (y no tan excitante) realidad. Podemos culpar a las telenovelas y a Hollywood, pero lo ciertos es que es una capacidad innata.
Como en muchos otros aspectos, lo mismo puede aplicarse a la Wicca. Cuando la palabra secretos es invocada, la gente piensa en conocimientos ocultos durante milenios que revelan la verdadera naturaleza de los dioses y de la magia, o una cura contra el cáncer. Nadie piensa en la cucharada extra de miel como ingrediente secreto de la receta de un bizcocho.
Pero, vayamos más allá. ¿Que abarca este juramento?
Esencialmente: Qué; Quién; Dónde; Cuándo, y Cómo.
Si analizamos esto detenidamente, podemos ver que la palabra secreto puede sustituirse por una que nos resulta más familiar: privacidad.
Pensadlo por un momento, ¿cuántas situaciones triviales en nuestras vidas diarias no tienen una gran trascendencia en el «gran esquema de las cosas» y, sin embargo, son privadas? ¿De cuántas de estas ocultaríamos el «qué-quien-donde-cuándo-cómo» frente a extraños?
Muchas ¿cierto? El ejemplo más sencillo que se me ocurre son nuestras relaciones privadas con nuestra pareja. Todos sabemos qué elementos componen una relación de este tipo (con mayor o menor imaginación). Todos podemos imaginar, más o menos, que hace una pareja en su alcoba (o en cualquier otro lugar). Sin embargo ¿cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a compartir eso abiertamente? ¿A grabarlo y presentarlo al mundo?
No se trata únicamente del pudo de nuestra sociedad (que, sin embargo, también juega un rol importante), sino de privacidad.
Es secreto, porque es sagrado.
Tampoco publicaríamos nuestro diario, por irrelevante que sea en el «gran esquema de las cosas».
Es secreto, porque hay cosas que sólo crecen y florecen en las sombras.
Y, sobre todo, es secreto, porque no, el mundo no tiene derecho a conocerlas.
Es importante añadir que este juramente de secreto no es una herramienta de control social. Si el líder de un grupo está cometiendo fraude, estafa, o abusando de personas, esto es algo que uno tiene que denunciar a las autoridades.
El buscador, o incluso iniciado, ha de tener el sentido común necesario para diferenciar entre la privacidad necesaria sobre esa experiencia de trance que Patricia tuvo en el último Esbat, cómo llego a ella, y cuál es el significado que tuvo para ella a nivel persona… frente al «líder» que abusa económica, física y/o psicológicamente de otros y les pide que corten lazos con su familia y amigos.
Siempre es importante recordar estas cosas.
Pero ¿por qué esta privacidad? Voy a ofrecer unos puntos finales
- Porque nadie tiene derecho a saber que otra persona es miembro del culto si esa persona no lo desea.
- Porque nadie tiene derecho a compartir indiscriminadamente aquellos que le ha sido ofrecido a través de mérito, esfuerzo y la demostración de confianza. El conocimiento que se nos transmite, no nos pertenece, y tenemos la obligación de conservarlo y transmitirlo en las mismas condiciones.
- Porque lo sagrado, cuando se banaliza, deja de existir. Cuando sacamos a la luz aquello que sólo crece en las sombras, muere antes de poder ser revelado. De la misma forma que uno no puede ver la luz de la luna durante día, o la luz de las estrellas durante la luna llena.
Porque, como reza el Credo de los Brujos de Valiente «Este mundo no tiene derecho a conocerlo, y el mundo del más allá nada revelará».
Si entendemos lo anterior, puede surgir una última incógnita: si es una cuestión de privacidad ¿por qué la necesidad de un juramento?
Por el aspecto mágico y el aspecto social.
El Arte es una tradición mágica, en la que algunas acciones que en nuestra vida diaria suceden de forma implícita, se verbalizan, a fin de facilitar una comprehensión consciente y simbólica. Estos secretos tienen también un impacto en otras esferas más allá de la física y, este acto de juramente mágico, los ata también en esos planos.
Respecto al aspecto social, no es lo mismo compartir con nuestros amigos un secreto que nos pertenece sólo a nosotros, que transmitir los secretos de una tradición. El juramento que toma el iniciado es hacia grupo y la tradición; de preservar los secretos transmitidos de generación en generación, de iniciador a iniciado.
Más allá del velo
Al tratar de explicar o definir el Arte Gardneriano, mencionamos constantemente que se trata de un culto mistérico e iniciático. Del mismo modo que sucedía con el término secreto, el término Misterio (sobre todo con esa M mayúscula) hace volar nuestra imaginación y nos hace pensar en grandes revelaciones en las que el iniciado, al final de su iniciación, se encuentra con una luz brillante que le revela el origen y el por qué de todas las cosas.
Creedme cuando os digo que, si así fuese, los iniciados no tendríamos (al menos) un trabajo a jornada completa.
Antes de adentrarnos en ello, es importante aclarar que existen misterios por doquier; incluso más allá del contexto religioso. A lo largo de nuestra vida nos encontramos con diferentes experiencias traumáticas que reestructuran nuestra cosmovisión, nuestras prioridades, y que perfilan nuestra personalidad.
Algunos están relacionados con ritos de paso, como el matrimonio o la maternidad. Otros con experiencias que pueden, o no, tener lugar (ej. Experiencias cercanas a la muerte).
De lo anterior podemos intuir que los misterios son:
- Una experiencia vivencial,
- que transforma dramáticamente la cosmovisión de la persona.
En el contexto religioso, los Misterios están relacionados con las deidades y los ritos, sin embargo, abarcan el sendero del iniciado de forma holística, permeando todos los aspectos de su vida.
Estos Misterios son normalmente específicos. Todos hemos oído hablar de los misterios eleusinos, por ejemplo. La Wicca también tiene sus misterios.
¿Cuáles son estos misterios? ¿Y porqué son tan misteriosos?
A pesar de lo que hemos comentado más arriba, la gente tiende a pensar que un misterio es algo que puede acotarse, indicarse, o verbalizarse. No sería la primera vez que escucho a personas en la red hablar de A o B misterio, y de que X es «el misterio». Los más prudentes, tienden a imaginar que los misterios son «revelados» de forma instantánea, y pueden comprenderse de forma intelectual; como quien comprende la moraleja de una historia.
Nada más lejos de la verdad.
Lo más frecuente es que una persona no sea consciente de que ha aprehendido un misterio hasta tiempo después de la experiencia que lo desencadena. Es una semilla implantada que crece en el interior del portador de forma discreta.
Podría decirse que es un mensaje subliminal embebido dentro de un rito que aparentemente tiene una moraleja consciente (que es la que el no iniciado tiene a identificar como misterio, si obtiene acceso al rito).
Incluso el propio iniciado vuelve a su casa tras el rito pensando que la moraleja obvia es el misterio. Lo analiza cuidadosamente con su mente intelectual, intentando exprimirlo.
Y entonces, meses más tarde, sucede.
La semilla que ha sido implantada con tanto cuidado y sin despertar la menor sospecha, florece. Visualizadlo como una de estas escenas típicas de películas con un circuito eléctrico o neuronal en el que, de repente, surgen nuevas conexiones que no existían antes. Nuevas rutas y puertas se abren, arrastradas por esta corriente eléctrica, abriendo puertas tras puerta, creando conexiones y más conexiones.
Por ese fragmento de segundo, en un instante de realización, el iniciado comprende y entiende. Por un momento TODO tiene sentido. Invadido por un profundo sentimiento de humildad, su cuerpo se expande, acompañado por un suspiro o un tímido «Oh…».
Pero es un fragmento de segundo. Nuestra mente consciente toma control y se lanza salvajemente a intentar analizar esa experiencia y …lo hemos perdido.
Como quien intenta rescatar un sueño al despertarse, cada segundo que pasa todo se vuelve más vago y, llegado un momento, no recordamos nada de la experiencia. Tan sólo el entumecimiento y la sensación de humildad.
Sin embargo, las puertas han sido abiertas, y las conexiones trazadas. Y nuestro cuerpo, nuestra personalidad, y nuestra vida diaria, se irán ajustando de forma sutil para adaptarse a esta nueva realidad.
Intentaremos compartir esta experiencia con aquellos cercanos a nosotros, sin embargo, tan sólo recordaremos el sentimiento. Cualquier intento de describirlo parecerá seco, como quien elimina la música de una escena romántica, o trata de describirla con palabras.
Sólo aquellos que han pasado por la misma experiencia podrán mirarse a los ojos, asentir, y decir «Lo sé…».
Es por todo esto que resulta imposible transmitir los Misterios de la Wicca de forma escrita u oral. Y por lo que podemos debemos ser cautos frente a aquel que señala con el dedo y dice «he aquí el misterio».
Más arriba he mencionado que no pueden acotarse, indicarse o verbalizarse. Sin embargo, si pueden expresarse y «compartirse».
La expresión está implícita en la transformación y evolución subsiguiente de la persona. Es algo que transpira, y ese es el motivo por lo que una persona puede reconocer a otra que haya pasado por esa experiencia.
He entrecomillado «compartir» porque la palabra correcta probablemente sea guiar. Una persona que ha pasado por esta experiencia puede guiar a otra a través del proceso; al menos en el Arte. Pero uno sólo puede guiar, por frustrante que resulte.
Todos hemos pasado por la adolescencia, y todos sabemos qué sucede, y todos intentamos avisar a nuestro hijos y hermanos de lo que está sucediendo (así como nos avisaron los nuestros), y de poco sirve. Cada persona tiene que pasar por ello por sí misma.
Es en este momento cuando surge la gran pregunta:
Si es una experiencia tan individual, entonces ¿por qué no puedo pasar por ella por mí mismo? Imaginemos que tengo el texto ritual ¿por qué no tendría el mismo efecto? Alguien tuvo que pasar por la experiencia por sí mismo en algún momento ¿no?
A diferencia de los misterios que experimentamos a lo largo de nuestras vidas, que se extienden a lo largo del contexto de una edad, género, raza, cultura y/o sociedad, los misterios del Arte, como tantas otras cosas en él, comprenden varios aspectos. Sociales, mágicos, y espirituales.
Hay una serie de elementos que contribuyen a que la persona pase a través de ese misterio, y no otro. De la misma forma que reproducir la experiencia de las relaciones entre una persona específica requeriría, indudablemente, de esa persona. Muchos de estos elementos, como comentábamos antes, son privados. Otros, especialmente en el nivel espiritual, están intrínsecamente relacionados con condiciones mágico-espirituales previas; de una forma similar al concepto de linaje que mencionábamos en un artículo anterior.
Sin embargo, el motivo más importante es que sólo una persona que ha pasado por esa experiencia es capaz de determinar cuando otra está preparada para pasar por ella.
Esto es crucial.
¿Cuántas veces hemos escuchado una canción, comprendido la letra y, de repente, mucho tiempo más tarde la letra cobra sentido como si la escuchásemos por primera vez? Y ¿cuántas veces hemos intentado compartir esa experiencia, diciéndole a nuestros amigos «¡Tienes que escuchar eso!» y, sin embargo, no ha tenido el mismo efecto?
Es por esto que el privilegio y la responsabilidad de guiar a otra persona a través de ello está reservado al Sumo Sacerdocio de los Wica. Y digo responsabilidad porque hacerlo de forma incompetente tiene repercusiones en la persona que pasa por la experiencia. Guiar a la persona errónea, o hacerlo demasiado pronto, o demasiado tarde, puede tener ramificaciones.
Si la persona simplemente no está preparada y no comprende la letra de la canción, hace que pierda interés en ella y la aparque, haciendo que pierda la oportunidad de apreciar algo que, probablemente, le hubiese transformado. En el peor de los casos, la persona entiende lo que quiere de la letra, y esto tienen un impacto negativo en su progreso espiritual.
Lo anterior no quiere decir que no existan otros senderos mistéricos, o que la persona no pueda experimentar misterios en su práctica individual. ¡Por supuesto que puede!
Y, como hizo Gardner, es persona puede facilitar el contexto para que otras puedan llegar a la realización que ha experimentado. Los Misterios no son una marca registrada de la Wicca.
Sin embargo, los misterios, tan holísticos como son, también son específicos en su carácter. Los misterios de diversos dioses egipcios no son comparables a los misterios de Eleusis, ni estos comparables a los misterios de la Wicca.
Es una obviedad decir que esto no los hacen cualitativamente mejores ni peores, o que la ausencia de estos no desmerece la utilidad espiritual de una práctica solitaria que no los contenga.
Sin embargo, es importante reconocer que están ahí, que existen, que son preservados y transmitidos, y que, por mal que suene: sí, son exclusivos.
Porque, como comentábamos citábamos más arriba:
«Este mundo no tiene derecho a conocerlo, y el mundo del más allá nada revelará».
No tenemos derecho a conocer todo. Y esto no debería generar ofensa alguna (y remarco esto porque, lamentablemente, tienda generarla). En lugar de ello, tenemos que reconocer y apreciar los misterios que se presentan en nuestro propio camino.
Querer y no poder
Espero que lo anterior no sólo ofrezca una visión más cercana a los términos secreto y misterio, sino que también aporte algo de claridad al motivo por el que el Arte Gardneriano continúa siendo un culto mistérico e iniciático.
Y el motivo es tan sencillo como: por que no resulta ético vende gato por liebre.
Para los Wica sería extremadamente fácil «vender» (literal o no literalmente) los ritos, secretos y prácticas que componen nuestro Arte. Esperando que, de alguna forma, tenga el mismo resultado que ha tenido para nosotros.
Sin embargo, esto va en contra de todo lo que es el Arte: no es ético, ni responsable, ni rinde homenaje a la palabra que hemos dado. Pero, lo más importante, es que no tiene en cuenta, en absoluto (énfasis en «en absoluto»), las necesidades del buscador (o no buscador). Y, en ocasiones, se disfraza como una forma de altruismo.
Creedme cuando os digo que no ha nada altruista en asumir que lo que nos ha servido a nosotros va a servir a otros, en ofrecer a un practicante solitario una serie de rituales orientados a un grupo y que sólo funcionan dentro de un contexto específico; en asumir que nuestras formas son tan fantásticas, que funcionen siempre y para todos.
No hay nada de altruista en vender El Quijote a un japonés que quiere aprender a hablar etíope; o una cosechadora a alguien que vive en el Sáhara.
Lo que sí podemos hacer, y hacemos (y es también la razón de ser de espacios como este), es ofrecer un atisbo del carácter de nuestras prácticas para a que el buscador pueda determinar, a grosso modo, si este sendero, con todos sus requerimientos y particularidades, es un sendero que podría llegar a seguir, o si le sería más útil explorar otros.
foto por Johannes Plenio